Cautiva en un Monstruo

Publicado el 30 de octubre de 2024, 23:37

Cautiva en un monstruo es un relato de terror escrito por Sakura que se publicó a la sección Letras invitadas, de M. Flóser donde se publican historias de fantasía, ciencia ficción y/o terror escritas por mujeres y protagonizadas por mujeres. 

ESTÁ OSCURO! Parece un agujero negro, tan profundo que simula no tener fin. Pliego fuerte los párpados buscando en vano ver algo. Todos mis músculos se tensan listos para salir corriendo. Paso del miedo al pánico y luego al terror absoluto.
      El silencio me desespera, como si estuviera enterrada viva. ¿Habré muerto en estos segundos que acaban de pasar y en realidad estaré conociendo la otra vida? Me imagino dentro de un animal salvaje que acaba de comerme, pasé por sus fauces y me tragó. Desde entonces estoy castigada aquí, casi inmóvil. Entré confiada y de pronto se apagó. El salto en el estómago me provoca náuseas, por efecto de la adrenalina que inunda mi cuerpo.
      En ese momento escucho ruidos lejanos: pasos de alguien que corre y gruñidos de un animal. Después un estruendo causado por el sonido de una puerta al cerrarse con fuerza.
      En un ataque de pánico rompo la parálisis corporal que me amarra y empiezo a darle golpes al sitio en el que recuerdo estaba la salida. Y también grito:
      —Auxilio
      Nadie me escucha.
      —¡Que alguien me ayude, por favor!
      No hay respuesta.
      Mi respiración está agitada y rompo en llanto, porque desespero, el terror vuelve y abraza mi cuerpo. Estoy perdiendo las esperanzas de salir, así que caigo sentada en el suelo sucio. Ahí visualizo el monstruo siniestro, de hierro sólido, en el que estoy presa. Es fuerte pero no inquebrantable. En un matiz de coherencia meto las manos primero en los bolsillos y luego en la cartera buscando el móvil, finalmente lo encuentro. Me siento salvada, toco un botón y enciendo la linterna. Que alivio, al fin reconozco las paredes y botones del elevador.
      Esta calma dura poco, porque me doy cuenta que solo tengo 10% de batería. O sea, aproximadamente 5 minutos de luz. Sin perder tiempo, marco el número de mi esposo, pero no suena. No hay cobertura.
      —¡Sáquenme de aquí, socorro, por dios, por favor ayúdenme! —rezo entre sollozos.
      Apoyo el móvil en una esquina iluminando la puerta, en puntas de pie me estiro todo lo que puedo y toco en el extremo superior derecho un gancho metálico. Con los dedos empujo hacia arriba y lo desengancho. En ese momento ocurre la magia y se abre la puerta. Podía escapar del cajón en el que estaba cautiva. Salgo disparada como un muelle al pasillo, pero no es el piso de mi casa. Llego a las escaleras y comienzo a bajar.
      Los manubrios están sucios, manchados de rojo, parece sangre y es raro porque suelen estar limpios y brillantes. Las paredes de algunos pisos también están sucias y encuentro trozos de tela desperdigados.
      Llego al lobby y salgo por la puerta principal a la calle que parece desolada. Detengo mis pasos para observar asombrada coches accidentados. También está el cuerpo de un hombre tirado en la acera.
      Respiro para tomar calma e Intento comprender qué ocurre, cuando una mano sucia y negruzca agarra mi pelo. Le da un fuerte jalón e inmediatamente llega a mi yugular y la muerde profundamente.
      Lo primero que siento es el dolor en el cuello, después el hedor, la peste a huevo podrido. Comprendo que voy a morir y grito por última vez, con toda la energía y aliento de vida que me quedan. Veo que el bicho que me mordió, es algo parecido a un zombie o necrófago salvaje. Mientras me apago y desvanezco, solo veo a lo lejos a un joven girarse apurado para verme. Sentí un hilo vano de esperanza, ¿podrá salvarme?
      Él no lo sabía aún, ni yo, pero mi grito sería solo uno de muchos que vendrían de todas partes del mundo. El apagón que me dejó encerrada en el ascensor, me salvó por unos minutos de lo inevitable. A partir de ahora me encontraría cautiva en el monstruo que sería mi propio cuerpo. El apocalipsis zombie acababa de comenzar y todos en el planeta, formaríamos parte de las inmensas hordas de caminantes hambrientos.

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